De la virtud al pecado

AutorCecilia Núñez

Aquel pasaje bíblico en el que Jesús dice: "No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio" ha sido totalmente ignorado por los comerciantes del Limelight Marketplace, el nuevo centro comercial de Nueva York que tomó como recinto una antigua iglesia.

En la esquina de la Calle 20 y la Sexta Avenida, un edificio de estilo gótico erigido en 1844 es símbolo de los dramáticos cambios que se viven constantemente en la ciudad de Nueva York.

La Iglesia de la Sagrada Comunión fue refugio para los creyentes hasta 1970, cuando se transformó en un centro de rehabilitación para drogadictos. Diez años después, la construcción cayó en las redes de la tentación al convertirse en el rincón perfecto para pecar: el club nocturno Limelight.

Peter Gatien compró la iglesia del barrio de Chelsea en 1983 y lo volvió un referente de la fiesta neoyorkina. La constante presencia de personalidades como Andy Warhol en la pista de baile y las frecuentes visitas de la policía por los episodios de desorden público y problemas de drogas que ahí se suscitaban, lo volvieron el lugar más deseado para portarse mal.

El Limelight cerró por problemas con la ley, pero el templo no renunció a su ambiente de excesos y reabrió como Avalon, un antro que mantuvo su éxito hasta su clausura definitiva en el 2007.

Aunque la arquitectura se mantiene intacta, su esencia religiosa se extinguió por completo y pasó de un pecado a otro: de la lujuria de los antros a la vanidad de un centro comercial.

Desde mayo pasado, la Iglesia de la Sagrada Comunión es el Limelight Marketplace. La renovación, desarrollada por el empresario Jack Menashe, costó 15 millones de dólares.

Los feligreses se convirtieron en turistas y lugareños fieles al consumismo ilimitado. En la nave principal de la iglesia se levantan tres pisos con más de 60 locales, entre los...

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