Las virtudes de un libro inspirado

AutorJosé María Espinasa

Hay libros que al leerlos se piensa que fueron escritos de manera inspirada, y en los que todas las dificultades se vuelven como cosas sencillas. Es el caso de Pandora. Su autor, el narrador y ensayista colombiano R.H. Moreno Durán se ha probado anteriormente y con gran acierto tanto en novelas de gran aliento como en el cuento, en la novela breve, en el ensayo y en la crónica. ¿A qué género pertenece este libro? A todos, pero no exactamente a ninguno de ellos. Novela en la que el personaje es lo femenino, cuentos en que se recrean mujeres de otras ficciones, ensayos sobre la manera en que la narrativa ve a la mujer, crónicas de un lector ávido y enamorado de las mujeres. Todo eso, pero algo más, algo que se desprende de lo que llamo su sentido inspirado.

Ese amor por lo femenino ya se había demostrado antes en sus obras, su ambiciosa trilogía Fémina suite lo manifiesta desde el título. La idea de ocuparse de la mujer como personaje literario en el Siglo 20 ya la habían tenido antes el psiconálisis y los estudios de género, pero pocas veces se había hecho de una manera tan dispuesta a escuchar lo que ellas quisieran decir, sin tomas de partido ideológico ni anteojeras metodológicas, con la libertad que le da el placer de leer.

Nos podemos imaginar al escritor, empedernido lector como ha mostrado en otros libros -De la barbarie a la imaginación, Taberna in fábula, Como el vuelo del halcón peregrino-, tomando notas sobre la marcha de su lectura, acumulando apuntes en los cuadernos, apostillas en los márgenes y de pronto, como el poeta que dice ahora voy a escribir un soneto, decidido a plasmar en unas cuantas cuartillas un personaje de una novela de mil -digamos En busca del tiempo perdido- o, por qué no, de un cuento de Borges. La elección se le vuelve método como al poeta el ritmo se le vuelve métrica: especifica las reglas, establece los límites, y encuentra en ellos una renovada libertad.

Retrospectivamente, después de la lectura de Pandora, se piensa que nada pudo haber más tentador para Moreno Durán que escribir un libro sobre personajes femeninos, demorarse en cada uno de ellos, releer libros olvidados, pero presentes en la memoria, corregir las notas mencionadas antes, volver a esos amores difíciles, luchar con las dificultades autoimpuestas -las cinco o seis cuartillas, el periodo elegido- y concluir en pequeñas piezas maestras ordenadas en su álbum personal, su biblioteca entregada al lector. A la manera de Borges nos entrega un...

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