Visión Mundial / Muerto Assad, Siria podría renacer

AutorGabriel Guerra Castellanos

Así como Anwar Sadat pasó a la historia como el Presidente egipcio que se atrevió a hacer la paz con los israelíes, lo que pagó con su vida, Hafez al Assad será descrito algún día como el hombre que decidió, al mirar a la historia, no parpadear. Desde que encabezó un golpe de Estado incruento mediante el cual llegó al poder en 1970, se dedicó primero a consolidarse en el poder, lo cual logró al convertir su partido Baas en el aglutinador de las "fuerzas vivas" de Siria; después a instaurar en su país una suerte de modelo económico socialista y estatista que hasta la fecha persiste; y finalmente a combatir con todas sus fuerzas a Israel, primero en la guerra del Yom Kippur en 1973, cuando logró en un ataque sorpresa poner a su enemigo a la defensiva; y por último abriéndole un frente a Israel en Líbano, país del cual verdaderamente se apoderó Assad después de su habilísima intervención en la guerra civil que azotaba a ese país allá en 1976.

Hafez al Assad era un hombre calculador y poco afecto a las sorpresas.

Construyó una red de alianzas internas y externas que le garantizaban poder y, sobre todo, estabilidad. Lo mismo su aparato político que su sistema de seguridad nacional, el Ejército o sus aliados en Líbano y más allá, todos eran utilizados por el Presidente sirio para reforzar sus posiciones y cubrirse ante cualquier amenaza dentro o fuera. Hasta sus enemigos, notablemente Israel y Estados Unidos, fueron en algún momento utilizados por él para avanzar sus propias causas. Cuando su viejo patrono, la URSS, desaparecía del mapa geopolítico, Assad no tardó en encontrar pretexto y motivo para acercarse a Estados Unidos: la Guerra del Golfo le dio la oportunidad de asestar un golpe a su viejo rival, Saddam Hussein, a la vez que daba legitimidad a la operación internacional encabezada por Washington. Igualmente utilizó las conversaciones con los israelíes para anotarse puntos en Líbano: la reciente retirada del Ejército israelí obedeció, en parte, a los deseos del Primer Ministro Ehud Barak de impulsar las negociaciones con Siria. Al final Siria quedó como única fuerza militar en Líbano, y sus protegidos de Hezbollah como los guerrilleros heroicos que expulsaron a los invasores. El tema no resuelto de las alturas del Golán, ocupadas aún por Israel, queda como pendiente histórico de este hombre que optó siempre por esperar antes que ceder un ápice.

Las resistencias internas fueron manejadas siempre según lo dictara la conveniencia. Después...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR