Visión Mundial / Política exterior de Norte y Sur

AutorGabriel Guerra Castellanos

Empezando por el Primer Ministro canadiense, Jean Chrétien, políticos, empresarios y ONGs en Canadá esperaban ansiosos la llegada "del hombre que derrotó al PRI". Tanto más en EU, donde el Presidente Bill Clinton y los candidatos Al Gore y George W. Bush apartaron tiempo en sus agendas. El fenómeno Fox había llegado, ya, a los centros del poder de Norteamérica. Y la curiosidad era, naturalmente, grande. Por vez primera en décadas arribaba un Presidente mexicano, ya sea en funciones o electo, sin estar a la defensiva, ya por cuestiones de transparencia o legitimidad electoral, por "filtraciones" de la DEA, o por una difícil situación económica. Fox, como le dijo Clinton, "caminaba sobre las nubes" de esa luna de miel que se contagió a estadounidenses y canadienses. Esperaban una sonrisa, un fuerte y ranchero apretón de manos y frases hechas que les reiteraran el ánimo de México por ser buen vecino y socio comercial. No hacía falta nada más, pero Fox y sus consejeros decidieron abrir un frente novedoso y por demás sorprendente, en la agenda norteamericana. Ya insinuado más o menos abiertamente desde antes de su salida, el planteamiento va de la siguiente manera:

Uno de los temas más complicados y rasposos de la agenda México-EU es el de la migración, sobre todo la ilegal el origen y motivo está más en factores socio económicos, y la solución se encontrará también con enfoques socioeconómicos, más que con los fallidos métodos policiacos utilizados hasta ahora. Por tanto, es necesario -así va el razonamiento- ampliar los alcances del TLC para que se asemeje más a los esquemas de la Unión Europea (UE): libertad de comercio, libertad de tránsito, fronteras abiertas, subsidios a los países menos ricos para acercar sus niveles de vida a los de los socios más avanzados.

Más tardó Fox en plantearle esto a Chrétien que el canadiense en responder que el TLC está muy bien como está y que no le hacen falta mayores ajustes. El vecino de en medio es demasiado poderoso como para tener una relación de iguales como la Unión Europea. Tiene razón Chrétien, por supuesto, y tiene además motivos para no entusiasmarse ante un planteamiento como ése: Canadá no sólo no tiene los problemas de exceso de mano de obra que tiene México, sino que, por el contrario, sufre agudamente de la fuga de sus mejores mentes precisamente hacia EU. No es recipiente tampoco de oleadas de inmigrantes mexicanos, por lo que su incentivo para ayudar al mejoramiento del nivel de vida en...

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