Viven con esquirlas

AutorAdán García

El Grito de Independencia dejó de ser motivo de festejo para quienes padecieron en 2008 el primer atentado de tipo terrorista en México. Para ellos es una fecha de luto y dolor. A cinco años de los atentados con granadas en el centro de Morelia la herida no cierra. REFORMA ubicó a algunos sobrevivientes, quienes siguen viviendo un dolor que no se apaga.

'De la alegría a la desesperación'

Rocío García Guerrero vive con esquirlas en su cuerpo. De alguna forma, lleva consigo una parte del arma que mató a su madre e hijo aquella noche del 15 de septiembre de 2008, en el centro de Morelia.

"Los médicos dijeron que el mismo cuerpo encapsula las esquirlas y que no generarán mayor problema, pero las esquirlas siguen ahí", dice mientras señala su cuello, cerca de la yugular, donde quedó uno de los fragmentos de acero.

Aquella noche ella acudió al centro para festejar el Grito en familia.

"Mi mamá estaba prácticamente todo el día encerrada y uno de mis hermanos fue el que me dijo que fuéramos para distraernos. Se nos hizo fácil, iba a ser un ratito.

"Eso fue lo que nos hizo ir realmente porque, que tuviéramos nosotros la costumbre de ir cada año, no, era la primera ocasión que íbamos. No teníamos planeado salir ese día, más bien fue la casualidad", recuerda.

Tras un proceso de divorcio en la capital del País, García Guerrero había llegado a Morelia para rehacer su vida junto a sus hijos Ángel Uriel, de 13 años, y Alexa María, de uno. Creyó, dice, que aquí encontraría paz y seguridad.

Relata que, al repique de campanas en Palacio de Gobierno, su hijo gritaba con la multitud ¡Viva! ¡Viva! Y entonces vino el estallido.

Una granada de fragmentación, modelo M61, explotó entre la gente acallando el júbilo y dando paso a los gritos de lamento, la muerte y el horror en el zócalo moreliano.

"En un momento se acabó esa alegría y se volvió en desesperación, en no saber qué pasaba, de voltear alrededor y ver gente herida, ver gente con sangre y no saber qué estaba pasando", recuerda.

El estallido causó la muerte a su madre Elisa Guerrero y dejó heridas graves a su hijo, quien días después también falleció.

Para ella, Ángel Uriel está de viaje. Esa idea y su hija es lo que la mantiene en pie.

"Mi hijo sigue de viaje, me niego a creer que ya no lo voy a volver a ver; sé que algún día nos vamos a reunir nuevamente. Mi hija, si le preguntas, dice que ella tiene un hermanito que está en el cielo.

"Mi mamá era mi apoyo, ella era quien me ayudaba con la bebé y con el...

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