Volando a un mes del 'martes negro'

AutorCarla Guerrero

Tom encendió su laptop después de varios minutos de vuelo y bajo las indicaciones del piloto.

En la pantalla apareció un documento en Excel que después cerró para mandar varios correos en diferentes idiomas, seguramente avisando de su llegada.

Al poco rato, se presentó la sobrecargo de American Airlines, con su traje azul marino planchado y su mejor sonrisa para preguntarnos si queríamos pasta o sandwich.

En una charola de unicel me ofreció una lasaña de no muy buen ver, una ensalada y un pastel de chocolate; envueltos en una bolsa estaba un juego de cubiertos de plástico, ya no de metal, como se acostumbraba antes.

Mi compañero de vuelo apagó su laptop y entonces iniciamos una conversación que no iba más allá de nuestra respectiva procedencia, de la mala comida y de nuestra nueva percepción de volar.

El había elegido el sandwich que después de darle dos mordidas dejó a un lado de la charola para sólo comerse unas galletas.

"Mi trabajo me exige viajar muy seguido y esta rutina no me permite ni siquiera sentir miedo en el aire o en el aeropuerto", dijo Tom, quien vivía en Calgary, Canadá.

"Sin embargo", continuó, "cuando me dirigía a la sala de espera, no pude evitar mirar alrededor y revisar si alguna persona con facciones árabes vendría en el avión. No lo pude evitar", me confesó un poco avergonzado.

Una versión similar había escuchando en mi vuelo rumbo a Vancouver, cuando mi compañera de viaje, una señora jubilada que residía en Texas y que iba a visitar a su hija, comentó entre risas su aversión hacia las personas con turbantes, velos y vestimenta holgada.

"Siento que debajo de sus ropas traen un arma", me dijo.

Después del 11 de septiembre, la forma en el cómo viajamos ha cambiado, continuó Tom. Ahora ponemos más atención en las cosas que hacemos y en las personas que nos acompañan. Con tanta información que publican los medios, uno no puede dejar de sentirse influenciado por el que consideran, aun sin estar seguros, el "enemigo general", comentó en tono serio.

"Recuerdo una ocasión en un viaje que realizaba de Calgary a Boston, el avión ya se aproximaba a tierra cuando el piloto recibió la indicación de otra vez irse al aire, seguramente por una cuestión de control aéreo. Yo me consideraba una persona que no le tenía miedo volar, pero esa sola indicación y el ruido que hizo el avión, provocó que realmente me pusiera nervioso.

"Creo que desarrollé una paranoia a partir de lo que pasó ese 11 de septiembre".

Seguridad por Tierra y Aire

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