Para volver a empezar

AutorDavid García-Escamilla

Irma es una joven de 20 años, madre de dos pequeños de 2 y 4 años respectivamente. Se casó muy joven con Juan Ignacio, pero la ilusión de un matrimonio feliz se desvaneció cuando su esposo comenzó a golpearla.

"Todo empezó cuando Juan Ignacio ingresó al ejército, vivíamos con su mamá y ella le metía muchas ideas en mi contra, entonces él se ponía muy celoso, y pese a que teníamos casi cinco años de casados, yo no podía salir ni a la tienda porque ya estaba inventándome amoríos.

"Un día me descubrió un rímel, pero como no dejaba que me pintara, me golpeó. Las agresiones eran más físicas que verbales, yo me preguntaba que había hecho para merecer mi situación, lo dejé varias veces, pero regresaba con él porque en mi casa me decían que cómo le iba a hacer yo sola, y además Juan Ignacio me armaba escándalos para que volviera", recuerda.

Finalmente, Irma se armó de valor y decidió abandonar a su esposo. Fue recibida en el "Albergue para mujeres que viven violencia familiar", en donde le han enseñado a quererse a sí misma nuevamente, asegura con una sonrisa.

Salvan Vidas

El albergue de la Dirección de Prevención de la Violencia Familiar es un espacio temporal que brinda alojamiento a mujeres con sus hijos víctimas de la violencia.

"Ellas firman una carta compromiso y se les aclara que no es un hotel, tienen que someterse a un tratamiento psicológico para superar su problema, además de que reciben apoyo legal, médico y de desarrollo infantil para que, a su vez ellas ayuden a sus hijos", aclara la psicoterapeuta María Jiménez, directora del centro.

Los profesionales que ahí laboran las ayudan a armar un proyecto de vida, ya que llegan con mucho estrés postraumático, síndrome de violencia y sin confianza en sí mismas, con mucha culpa por el fracaso del matrimonio.

Una fuente en el centro del albergue, que está diseñado como si fuera una finca con bancas alrededor, es testigo mudo de las conversaciones que sostienen por las tardes las mujeres entre sí, mientras ven correr a sus hijos por los jardines.

"Cuando éramos novios", cuenta Irma, "él era muy celoso, me casé muy jovencita porque mi mamá me pegaba mucho, y pensé que iba a estar mejor con Juan Ignacio, pero luego de golpearme tantas veces, ahora hasta me ha demandado por abandono de hogar".

Las mujeres que llegan al albergue muchas veces son perseguidas por sus ex-parejas, por ello, la ubicación del lugar nunca se da a conocer, ni siquiera a los familiares de la víctima, indica Jiménez, ellas...

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