Voto de las Mujeres: Cincuenta años después

AutorEnriqueta Cabrera

La lucha de la mujer por sus derechos ciudadanos plenos fue sin duda la más importante y larga del siglo XX mexicano. Desde los albores de la Revolución con la democracia maderista, las mujeres se plantearon la necesidad de participar. El sufragio efectivo debería ser entendido como sufragio universal, según la visión feminista, que antes, ya en 1911, plantearon al presidente De la Barra la necesidad de que se reconociera el derecho de las mujeres a votar, en virtud de que la Constitución de 1857 no hacía distinción entre hombres y mujeres. La lucha de las mujeres mexicanas por la ciudadanía plena se ligaba a las luchas sociales y políticas de mujeres destacadas durante la Independencia y la Revolución mexicana.

De entre las luchas femeninas del presente siglo destaca la emprendida por el voto, que en el fondo era la búsqueda al reconocimiento de la ciudadanía plena de las mujeres, a votar y a ocupar cargos de elección popular. Aquella lucha tuvo un enorme significado igualitario, la mujer no podía aceptar ser ciudadano de segunda, sin derecho a voto. La mitad de la población de México estuvo excluida del voto durante las primeras cinco décadas del siglo XX.

La lucha de las mujeres mexicanas por el sufragio fue larga, se inició en paralelo con la Revolución mexicana y no desembocaría hasta 1953 con la obtención de la ciudadanía plena: el derecho a votar y a ocupar cargos de elección popular. El 11 de septiembre de 1910, Las Hijas de Cuauhtémoc y otros clubes feministas realizaron una marcha, también con más de mil firmas pidieron la renuncia de Porfirio Díaz. El movimiento en favor del sufragio femenino se fortaleció y en mayo de 1911 varios centenares de mujeres firmaron una carta dirigida al presidente interino Francisco León de la Barra reclamando el voto femenino.

La intensa participación de las mujeres en la Revolución se tradujo en leyes decretadas por los revolucionarios. El presidente Venustiano Carranza decretó, en 1914, una ley que hizo posible que la mujer pudiera obtener el divorcio en una diversidad de casos, incluyendo la prolongada ausencia del marido. El artículo 123 de la Constitución estipuló que las mujeres trabajadoras debían gozar de prestaciones por maternidad y que no se les podía exigir trabajo nocturno y ciertas actividades peligrosas o pesadas. La lucha de la mujer fue también esencial para el establecimiento de la jornada laboral y del salario mínimo. Así la mujer contribuyó a perfilar la principal característica de la Constitución mexicana: el reconocimiento a los derechos sociales.

Sin embargo, el Congreso Constituyente decidió no otorgar el voto a la mujer. Mientras, un nutrido número de mujeres encabezadas por Hermila Galindo de Topete se manifestaban a las puertas del Congreso para reclamar su derecho al voto. ¿Cuál era el temor? ¿Por qué se negaba el voto a las mujeres? Algunos argumentaron en contra afirmando que las mujeres estaban demasiado cerca de la Iglesia, temían que al obtener el voto fortalecieran al sector eclesiástico y que los curas adquirieran una fuerza que la Reforma y la Revolución les habían negado.

Y, sin embargo, la vida política y social exigía su concurso en la mayoría de las actividades humanas, así se expresaba, un año antes, el Primer Congreso Feminista en enero de 1916, convocado por Salvador Alvarado, gobernador de Yucatán.

"Es un error social educar a la mujer para una sociedad que ya no existe, la vida exige su concurso en la mayoría de las actividades humanas. Para formar generaciones libres y fuertes es necesario que la mujer obtenga un estado jurídico que la enaltezca y una educación que le permita vivir con independencia. Y el medio mas eficaz para conseguir estos ideales, o sea los de libertar y educar a la mujer, es concurriendo ella misma con su energía y su iniciativa a reclamar sus derechos, a señalar la educación que necesita y a pedir su injerencia en el Estado, para que ella misma se proteja".

Fue precisamente en ese congreso, con la asistencia de 617 mujeres delegadas de todo el país, en donde por primera vez las mujeres mexicanas expresaron públicamente la demanda de un trato equitativo y justo, demandando educación y ejercicio de una ciudadanía plena que les permitiera participar en la construcción de una sociedad más justa, equitativa, democrática. Con la debida instrucción, la mujer estaría capacitada para los más altos cargos.

En las conclusiones del congreso expresaban: "La mujer del porvenir estará facultada para desempeñar cualquier cargo público, porque no habiendo iferencia alguna entre su estado intelectual y el del hombre, es tan capaz como éste para dirigir a la sociedad".

Yucatán 1922, el voto femenino

La lucha continuó. En 1922, el nuevo gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo...

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