De Vuelta al Ruedo / Argentineando

AutorMartha Figueroa

El concierto de Diego Torres fue como estar en Buenos Aires.

Había banderas azul y blanco, tangos, hombres con larguísimas cabelleras, rubias de cuerpazo y mucho acento porteño. Para completar el cuadro, todo mundo se puso a "argentinear". Ya saben, a decir cosas como: "¿qué pasa, loco?, vení, decime, contame, ¡no seas boludo!, ¿y cómo estás vos?".

Yo como me integro en seguida, le apliqué a varias el pronombre de segunda persona singular, o sea, el "vos". Para matar el tiempo mientras empezaba el show, me puse a preguntarles "¿Y a vos qué te hicieron?", tratando de investigar -con una profunda envidia- por qué las mujeres argentinas son físicamente espectaculares.

Claro, todas juran que es genética y que sus cuerpos perfectos son producto de las bondades de la naturaleza. Yo qué sé, pero el teatro Metropólitan parecía el consultorio de algún cirujano plástico con tantos bustos enormes.

Pero por favor, ya no se desvíen porque esta columna tiene que tratar sobre el concierto "Unplugged" de Diego Torres que estuvo increíble por varias razones.

Primero porque canta maravilloso, luego porque el público coreó enteras todas las rolas -desde la primera y sin que el cantante empezara con la pesadez de "a ver, mi publico bonito, canten conmigo", que siempre termina por caer mal- y tercero, porque Dieguito se aplicó para hacer una presentación memorable, sin las exageraciones de producción que ahora traen todos los artistas para distraer y hacernos creer que cantan impresionante.

Desde luego el mayor atractivo de la noche fue el propio Diego que, así como no queriendo, ya tiene una larga lista de éxitos: "Penélope", "No lo Soñé", "Sé que ya No Volverás", "Usted", "Dónde Van", "Color Esperanza", etcétera.

Aunque les cuento que la mala suerte a veces me persigue y la única rola que no estaba en el repertorio es mi favorita: "Tal Cual Es". Pero no importa, porque los discos del argentino más positivo del mundo son mi compañía habitual y los oigo hasta que se rayan o me los vuelan.

A pesar de las quejas de algunos amigos, como Javier, por ejemplo, cuyo apellido no voy a revelar para no ponerlo en ridículo. Es que de verdad, me tiene decepcionada con sus pésimas apreciaciones musicales.

Cuando le llamé, por pura conveniencia -hay que decirlo- para que me consiguiera un par de boletos para el concierto, me contestó impactado:

"Qué horror ¿Quieres ver a Diego Torres? Pero es de flojera, es como Facundo Cabral".

Como verán, tengo cuates bastante exagerados...

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