Vuelven a Homero Aridjis

AutorSergio Mondragón

Cinco poemas en prosa configuran el libro Mirándola dormir. Perséfone, que ha editado la Dirección de Publicaciones de Conaculta. Además de los dos poemas que le dan título al volumen, éste incluye otros tres: "Pavana por la amada presente", "Pavana por la amada difunta" y "La tumba de Filidor".

La aparición de este libro recrea ahora, cuatro décadas después, aquellos años en que fueron publicados por primera vez estos poemas, momento crucial en la historia de la literatura mexicana moderna, época que fue testigo de una renovación no sólo en la forma del verso y de la prosa, sino en la concepción misma de la escritura. Un movimiento cuyas consecuencias se manifiestan todavía pródigamente hoy. Unos pocos años antes de la aparición de estos poemas de Aridjis, había sido escrito El cántaro roto, de Octavio Paz, poema que marca una diferencia abismal con la poesía anterior, y las novelas Pedro Páramo y La muerte de Artemio Cruz, obras respectivamente en verso y en prosa que marcaron una frontera y protagonizaron una diferencia radical con el pasado inmediato. Y si los novelistas Rulfo y Fuentes no escribían ya como sus antepasados Agustín Yáñez y Martín Luis Guzmán, por ejemplo, los nuevos poetas, entre ellos señaladamente Aridjis, tampoco lo hacían como Villaurrutia, Gorostiza o Jaime Torres Bodet, los que, junto con las obras maestras que dejaron como legado, habían quedado atrás, comprometidos con la tradición. El cambio era ahora total, acorde con las mutaciones que se daban en la sociedad, el pensamiento y el arte en general. Los poetas proyectaban la novedad fulgurante de otra luz, otra mirada en el caso de Aridjis, sobre la realidad del mundo y la poesía.

Aridjis reconoce la deuda que tiene con su pasado literario y no lo niega, sino que se apodera de él y lo convierte en otra cosa. Los poemas de este libro son ilustrativos al respecto; en ellos puede advertirse no sólo el contrapunto de sonido y silencio, de luz y sombríos nublados de la vanguardia literaria, incluido el movimiento estridentista, José Juan Tablada y el Salvador Novo vanguardista, sino también la brisa benéfica de Dylan Thomas y T.S. Eliot, que fue uno de los grandes maestros de la generación de Aridjis, así como el influjo de la poesía francesa simbolista, Baudelaire y sobre todo Rimbaud el golfo y Verlaine el borracho, como son recordados con humor esos poetas en "La tumba de Filidor".

Pero ahora se trataba de otra cosa. Aquel pasado había sido el umbral, había...

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