Waterloo: el fin de una era

AutorRoberto Breña

Profesor-investigador de El Colegio de México.

El 1 de marzo de 1815 Napoleón Bonaparte regresó a territorio francés después de haber escapado de la isla de Elba. Se inicia así el periodo conocido como "los cien días", que en realidad duró un poco más: hasta el 18 de junio de ese mismo año. Aquel día tuvo lugar la batalla de Waterloo, nombre de un poblado cercano a Bruselas junto al cual un ejército de ingleses, prusianos, holandeses y belgas, bajo el mando del duque de Wellington, derrotaron a la Grande Armée de Napoleón, en la que fue su última derrota (una de las pocas que sufrió en su larga carrera militar). Esta derrota no sólo significó el final de su trayectoria, sino también, en cierto sentido, el fin de una época.

Al principio de la batalla, que comenzó alrededor del mediodía, ambos ejércitos estaban equilibrados en número de efectivos (más de 70 mil de cada lado), sin embargo, a partir de las cuatro de la tarde, cuando empiezan a participar activamente en la refriega los prusianos que habían sido batidos por Napoleón apenas dos días antes, la balanza empezó a inclinarse en favor de los aliados. No podía ser de otro modo: el ejército del mariscal Blücher contaba con cerca de 50 mil hombres. A pesar de lo que se dice a veces, la batalla se mantuvo indecisa hasta muy avanzada la jornada. No fue sino hasta las ocho de la noche cuando resultó evidente que la vieja guardia del emperador no sólo no había logrado romper el centro del Ejército de Wellington, sino que se batía en retirada.

Así concluyó una de las grandes batallas de la historia, así como toda una manera de hacer la guerra, y el trayecto político del hombre que había determinado el devenir de Europa como no lo había hecho nadie antes que él y como no lo haría nadie después, salvo, tal vez, Adolfo Hitler. La comparación, sin embargo, es injusta para el hombre nacido en Córcega en 1769 y que murió en la isla de Santa Helena seis años después de Waterloo (1821). Napoleón fue un genio militar que transformó profundamente la historia europea por motivos que van mucho más allá de sus habilidades como estratega.

Se dice que tras las legiones romanas llegaba el derecho romano. Con los regimientos de Napoleón llegaron a muchas partes de Europa los principios de la Revolución Francesa, así como constituciones escritas que modificaron profundamente la vida política en varios territorios italianos, holandeses, suizos, belgas y alemanes. Ésta es, quizá, la mayor de las paradojas...

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