¡Es Puma! / Dicen que dicen

AutorGermán Dehesa

La afición zen. Aquella que le basta creer y no necesita mirar. Hace una semana exactamente mi hiperactiva mente occidental (y accidental) se precipitó en el abismo. Para que tú, futbolector querido, puedas evaluar la profundidad del daño, necesitas saber que vivo rodeado de seres tan abstrusos que se empecinan, por vagas razones supuestamente patrióticas, en irle a las Chivas. De no mediar esta peregrina circunstancia, enfrentarse al actual Guadalajara, entrenado por un plomero holandés y financiado por un señor que vende agüitas mágicas, sería un trámite de muy escaso compromiso para los Pumas. De hecho, cuando andamos de buenas, le metemos seis goles sin sudar excesivamente. Si percibes, lector querido, que las letras de esta columna están impresas con cierta violencia es debido a que la grata y morena chica a quien le estoy dictando es una de esas retrochivas empecinadas y escasamente iluminadas (espiritualmente me está mentando la madre).

Regreso a mi historia: el lunes pasado tuve una doble y relampagueante revelación: el domingo 28 juegan los Pumas contra las Chivas y ese mismo día yo voy a estar anclado en el Mar de Cortés frente a la isla del Espíritu Santo donde, dada la magnitud de onda de la tercera persona de la Santísima Trinidad, no llegan ni el radio, ni la televisión, ni los celulares, ni nada. O sea que no tan sólo no iba a ver a mis Pumas, sino que no vería nada de nada. Grave situación. Si consideran que mi cuota semanal mínima es la de ver cinco partidos sin contar el de los Pumas, estamos hablando de un radical tratamiento de desintoxicación. Es como cortarle de golpe el suministro a un adicto. Palpitaciones, vahídos, hormigueo de extremidades, sudoración intensa. Todo eso comencé a sentir a partir del lunes 22. cuando mi hijo me habló el martes para pedirme, puesto que yo no iba a usarlos, mis abonos del estadio de CU, estuve a punto de romper en llanto y de considerar seriamente la posibilidad de hacerme gay y cancelar mi compromiso bajacaliforniano.

La semana avanzó y con ella la sensatez. En esto tuve la inapreciable ayuda de la FEMEXFUT y la cantidad de inconsecuencias y arrebatos tardíos de señora ofendida que esta sospechosa institución representó para nosotros en torno al jabonoso y maloliente asunto de los equipos de Ahumada. Recuerdo que me dije: si éstos son los que organizan nuestro futbol, yo puedo perfectamente dejar de verlo una semana pues nada serio o relevante ocurrirá. Decidido esto y a unas cuantas...

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