Tahití y la felicidad en el Pacífico

AutorCarmen González

Enviada

TAHITÍ.- En Los Ángeles soplaba un viento helado, inusual en primavera, que incrementaba nuestro deseo de llegar al destino final. El vuelo estaba retrasado y no nos quedó más que permanecer sentados, hojear revistas y soñar con las perfectas vacaciones.

Finalmente pudimos abordar y la emoción crecía a cada momento. Y es que Tahití no es un lugar al que se pueda ir cada fin de semana, tiene fama de estar muy lejos, apartado del resto del mundo, y en tiempos de globalización, un sitio así se asemeja mucho al paraíso.

Durante el trayecto, las sobrecargos cambiaron sus sobrios uniformes por unos vestidos largos y coloridos, estampados con enormes flores de hibiscus y amplias mangas. Un típico atuendo tahitiano. Al preguntar a una de ellas por qué los hombres no hacen lo propio, respondió divertida que el traje típico tahitiano de los hombres es sólo un pareo atado en la cintura.

"No estamos seguras de cómo luzcan nuestros compañeros así", agregó la sobrecargo.

Aterrizamos a las 6:00 horas, tres horas menos que en LA, cinco menos que en México, pero con sólo poner un pie en tierra firme nos dimos cuenta de que tendríamos un clima muy agradable, pues a esa hora la temperatura rondaba los 22 grados.

La bienvenida fue con flores y música: un grupo de tres músicos tahitianos reciben a los turistas todos los días con las alegres notas del ukulele mientras gentiles edecanes cuelgan del cuello de todos los recién llegados un aromático collar de flores que, por cierto, las hay de todos tipos, discretas y encantadoras, como la de tiaré, y exóticas y llamativas como las enormes hibiscus rojas.

Todas ellas están a completa disposición de los turistas para lucirlas como lo hacen los tahitianos, sobre la oreja.

Según nos dijeron los locales, su significado varía dependiendo del lado que la uses, sobre la oreja derecha quiere decir que estás comprometida; sobre la izquierda, que estás libre y disponible; y en la parte de atrás de la cabeza sólo quiere decir "sígueme". Escuchamos diversas versiones de esta tradición y no todas coincidían.

Durante el desayuno comprobamos que allá, la piña es más dulce que en cualquier otra parte, es como si fuera otra fruta, nunca es ácida, nunca escalda la lengua.

Para nuestro primer paseo por Papeete, decidimos ir al mercado o Le Marche, el lugar ideal para comprar artesanías y ver cómo desarrollan los locales su vida cotidiana.

Le Marche es un local grande de dos plantas. Abajo se encuentran todos los alimentos...

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