Acercan educación a población indígena

AutorMirtha Hernández

Entre las decenas de "casas" de tabique, madera y cartón que se han levantado en el predio de Chapultepec 380, está el aula Colibrí: un espacio -de 4 por 4 metros- que busca ser una ventana de posibilidades para niños y mujeres indígenas.

Allí, niñas y niños otomíes se acercan a la lectura, la computación y los juegos que buscan apartarlos de la mendicidad o el comercio callejero; mientras sus madres reciben información para prevenir la violencia, enfermedades sexualmente transmisibles, adicciones, entre otros.

Esta aula es una de las que opera el Centro Interdisciplinario para el Desarrollo Social (CIDES) IAP, mejor conocido por las comunidades indígenas como Colibrí y que cuenta con el apoyo de la UNESCO.

Elena Ramos, coordinadora de las aulas-bibliotecas, explica que a través de talleres de lectura, regularización de materias, computación y actividades lúdicas buscan reforzar la educación de los niños indígenas y retenerlos en la escuela.

Y es que explica, los infantes que acompañan a los adultos a la venta de dulces y demás actividades callejeras, ven como una posibilidad pedir monedas o participar en la mendicidad.

"Aunque tienen familia estos niños están en situación de calle", afirma Ramos.

Laisha, de siete años es una de las niñas que acude al aula Colibrí.

Ella no usa la computadora, porque, dice, es para "los grandes".

Pero sí es asidua asistente a los círculos de lectura y "La sirenita" es su cuento favorito.

Su madre, Lidia Vázquez, tiene 25 años y vive en este predio desde los 10 años.

Afirma que el contacto con integrantes de Colibrí le ha permitido ver que la calle no es el mejor lugar para sus hijos, y la escuela sí es una opción.

"Uno ve que se puede crecer de otra manera", dice la mujer otomí.

A ella le agrada que su hija tenga contacto con los libros, películas, talleres y los cursos de regularización.

"Nos ayudan mucho porque les ayudan a multiplicar, sumar, cosas que yo no puedo hacer, pues sólo llegue a segundo de primaria", agrega.

Sin embargo, muchos pequeños aún tienen que salir a trabajar antes de acudir a la escuela.

Las madres trabajan con los integrantes de Colibrí IAP, dos veces a la semana en pláticas médicas, con psicólogos, actividades artísticas.

Los maestros son trabajadores sociales y prestadores de servicio social, entre otros.

Al predio de Durango 119 acude Magdalena Fernández, bailarina chilena, que estudia coreografía y realiza servicio social con esta comunidad.

Ella imparte un taller de expresión...

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