¿Astucia criminal?

AutorBeatriz de León

Dicen que no hay crimen perfecto y que, tarde o temprano, la Policía llega al autor por los caminos de la ciencia, la lógica o la casualidad. Pero en algunos casos, como en este recuento, lo que realmente ha ayudado a la ley es la mala suerte o la falta de pericia del delincuente.

Con el poder de su firma

A su regreso de vacaciones, una familia de Iztapalapa se encontró con la sorpresa de que su casa había sido saqueada.

Los ladrones se llevaron joyas, dinero en efectivo, una cámara fotográfica, teléfonos celulares y una chequera.

Cuando acudieron al banco a reportar el robo y cancelar la cuenta, se toparon con que uno de los cheques había sido cobrado, pero eso precisamente se convirtió en la pista para dar con los delincuentes.

Fue suficiente con revisar el documento, pues la portadora escribió al reverso su nombre y dirección.

Delatados por una vaca

En Sonora, tras robarse un becerro, Evaristo y Francisco fueron delatados por una vaca.

Evaristo realizó en su domicilio una fiesta, en la que ofreció carne asada y barbacoa, pero le llegó una invitada inesperada, la vaca de la raza Charolais, madre del "menú", que bramaba desconsolada.

El propietario de la vaca había reportado el hurto y personal de la agencia especializada en robo de ganado se percató de que, aún días después, el animal bramaba constantemente cerca de donde, según la investigación policiaca, sacrificaron al becerro.

Atrapado por la mala suerte

Por intentar pasarse de listo, Francisco cayó ante la justicia por robo.

En la Delegación Venustiano Carranza, Francisco asaltó a un comerciante y escapó a bordo de su vehículo, pero a unos cuantos kilómetros chocó contra un árbol que se atravesó en su camino.

Continuó su huida a pie y, hombre previsor, quiso fabricarse una coartada al reportar su auto como robado.

Pero justo cuando rendía su declaración en el MP, fue reconocido por otro de los denunciantes como la persona que lo había asaltado horas antes y huido en un Tsuru.

Asesino de izquierda

Al parecer, un médico regiomontano no era muy bueno en anatomía, ya que para cubrir un crimen imprudencial declaró a las autoridades que Silvia, su amante, se había suicidado de un balazo en la cabeza.

La joven murió de una herida en la sien izquierda y el arma, tal como él mostró que la había encontrado, la tenía en la mano derecha.

Según los peritos, era improbable, casi un acto de contorsionismo, el que pudiera darse con la mano derecha ese...

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