Relicario/ ¿Buenos vecinos?

AutorAlejandro Rosas

El país para quien el honor, la palabra empeñada y los principios no significaban nada en el ámbito internacional decidió enarbolar una bandera diferente. Como por arte de magia, la vieja y hostil política exterior de Estados Unidos con su vecino del sur cambió radicalmente y desde Washington se anunció a los cuatro vientos la era de la "Buena Vecindad".

Ante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en Europa (1939) la participación de Estados Unidos parecía inminente. La Casa Blanca buscó de inmediato el apoyo de México y de los países latinoamericanos para garantizar su propia seguridad y de paso tomar las medidas necesarias para la defensa continental.

Como nunca antes, los intereses de ambas naciones parecían caminar en la misma dirección. México logró solucionar de manera definitiva el conflicto generado por la expropiación petrolera, se convirtió en el principal proveedor de materias primas de Estados Unidos y empezó una importante política de sustitución de importaciones que impulsó el desarrollo de la industria nacional. Por si fuera poco, el Gobierno estadounidense aceptó firmar un acuerdo migratorio para que los braceros mexicanos apoyaran desde el campo el esfuerzo bélico.

Bajo la política de Unidad Nacional del Presidente Manuel Avila Camacho, todo mexicano debía contribuir a través de la producción y, en un sacrificio que emocionaba hasta las lágrimas, la clase obrera -vía sus líderes-...

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