¿Por qué invertir en la cultura?

AutorLucina Jiménez

Llevamos casi 84 años de política cultural de un Estado que quiere hacerlo todo y 17 de CONACULTA y del FONCA apoyando la creación de los artistas. Mientras crecen los creadores y sus obras, los recursos disminuyen y los públicos se estancan. Vivimos una especie de divorcio entre arte y sociedad. La saturación de la oferta artística es contrastante con un debilitamiento de los públicos que hemos vivido como marea que va y viene y de manera crítica, desde los años 80.

Pero no creo que de ello debamos desprender el cuestionamiento de la inversión pública en cultura. Estamos lejos de la sugerencia de la UNESCO respecto a los mínimos de inversión pública en cultura.

México invierte menos, cuando en el mundo circulan inversiones millonarias de conglomerados trasnacionales que se disputan el consumo cultural de los habitantes de las ciudades.

Tienes razón cuando dices, Sabina, que "si no llega significativamente a los ciudadanos, la Cultura subsidiada no tiene una función social. Y si no la tiene, que los impuestos de los ciudadanos se sigan gastando en ella entraña una injusticia".

Pero, el asunto es más complejo ¿cómo medimos la función social? ¿Debe tener el arte una función social? ¿Es posible valorar el impacto social sólo en términos cuantitativos? Yo creo que no. Hacerlo entraña un riesgo favorable para quienes usan las tijeras en el gasto público, motivados sólo por las cifras.

Necesitamos crear indicadores que permitan evaluar no sólo la eficacia de la inversión pública en cultura, en términos de números y la pertinencia de sus mecanismos, sino los impactos de las políticas públicas en el contexto del desarrollo social, económico y político del País y sobre todo en la construcción de la democracia.

Sé que tu pregunta, Sabina, está motivada precisamente por un sentido ético de búsqueda de la democracia, tan preciada y al mismo tiempo tan difícil de alcanzar, como hemos visto en estos años de aprendizaje. Es procedente sobre todo cuando se invierten millones de pesos en espectáculos o actividades de lucimiento que se agotan en sí mismas y al apagarse no nos dejan más que cenizas.

Sin embargo, al explorar nuestras respuestas hay que cuidarnos de no quedar atrapadas en los dualismos que bloquean a menudo los debates en torno a lo público: estado o mercado, neoliberalismo o estatismo, como si entre esos extremos no hubiera más realidades posibles.

Los neoliberales apuestan a la desaparición de todo lo relacionado con cultura porque no es...

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