¿Y mi lancha?

AutorAnaline Cedillo

Ya era tarde para salir a bucear, Beto lo reconoce. Pero le ganaron más las ganas de probar una inmersión en las aguas caribeñas de Mahahual, un pequeño poblado de Costa Maya, en Quintana Roo. Total, ya estaba ahí.

Confiado por la experiencia que le daban 10 años practicando buceo, Beto llegó poco antes de las tres de la tarde al puerto y, porque sabía que no era la mejor hora para empezar una aventura, decidió contratar los servicios de un guía especializado.

El plan era hacer buceo de corrientes. En esta modalidad, los buzos se sumergen en un punto y la corriente los desplaza hasta otro sitio, donde nuevamente salen a flote.

La travesía no representa mayor peligro... si se lleva el equipo necesario y un conductor de lanchas avezado.

Al llegar a una zona conocida por sus muchas corrientes, se prepararon para el primero de los dos descensos que habían planeado hacer esa tarde. El lanchero se quedó a bordo de la embarcación, anclada a medio kilómetro de la orilla.

Tras 50 minutos de la exploración subacuática que fue alejándolos de la playa, Beto y su guía salieron a la superficie, pero la lancha no estaba ahí para recogerlos.

Cientos de metros más allá, la lancha se veía chiquitita, recuerda Beto. Desde donde estaban, ambos podían ver con frustración que el conductor daba vueltas intentando hallarlos.

Para acabar con el cuadro de peli de terror, el guía olvidó la boya de localización.

El conductor de la lancha falló por un kilómetro el área de búsqueda, además de que en realidad salió a buscarlos más tarde de lo que debía, de modo que cada minuto que pasaba los buzos eran arrastrados por la corriente cada vez más lejos de la orilla.

Pasaron 15 minutos y, ante la falta de reacción del guía, Beto tomó la iniciativa y sugirió comenzar a nadar. Aunque el otro se mostró renuente, Beto estaba convencido de que si se quedaban ahí, la cosa podría terminar peor y corrían al riesgo de ser desplazados aún más lejos.

Ya para las seis de la tarde, la noche se anunciaba, y en el temor de no ser encontrado Beto encontró la motivación para nadar contra el viento y el fuerte oleaje.

El equipo que llevaban a...

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