Empresa/ ¿Y luego?

AutorAlberto Barranco Chavarría

Más aún, ¿qué pasaría, en tal caso, con el resto de las intermediarias oficiales, ya el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos como el Sistema Banrural, el Banjército o los fondos de apoyo específico como el Fira, Fidec y Fogaín?

En su larga presencia en el país, tanto Nafin como el Bancomext han adquirido el rostro del Gobierno en turno, oscilando desde alimentadoras de recursos baratos para las empresas gigantes, hasta benefactoras, con carácter de piadosas, para las intermediarias financieras no bancarias, con énfasis en las que existían intereses de la familia presidencial, pasando por rescatadoras de firmas en graves problemas financieros.

Las hazañas del esquema en su conjunto son interminables: la creación al vapor de cientos de uniones de crédito para justificar el monto del arca abierta en Nacional Financiera durante la época de Carlos Salinas de Gortari, el colosal préstamo inaudito de Banobras, el banco del federalismo, al Grupo Alfa, cuando explotó el globo de su expansión desmedida durante el Gobierno de José López Portillo...

Y más: el oxígeno de la propia Nafin para las aventuras alocadas del banquero Carlos Cabal Peniche, entre ellas la compra de la trasnacional Fresh Del Monte Produce; el financiamiento del Banco Nacional de Comercio Interior en liquidación para la construcción de lienzos charros; las muletas del Banco Nacional de Comercio Exterior a empresas gigantes con evidentes heridas financieras, la mayoría de ellas declaradas hoy en suspensión de pagos...

Lo cierto es que de prestar esta última instancia durante la década de 1989-99 un promedio de 12 mil 448 millones de dólares, por más que en 1993 se alcanzaron 14 mil 600, este año difícilmente llegaría a 4 mil 500. Y de caminar en el papel como la campeona del financiamiento a las pequeñas y medianas empresas -por más que los dardos apuntaban más hacia el blanco político que al económico-, Nafin se ha convertido en un banco de garantías.

Y si en el pasado los bancos se peleaban por redescontar los créditos de una y otra intermediarias en sus ventanillas, ahora les hacen tal vacío, que mientras el Bancomext debió regresar al primer piso, es decir reabrir sus propias ventanillas, Nafin debió buscar rutas alternas tras despedir a 60 por ciento de su personal.

¿Cuál será, pues, la senda por la que caminará a partir del primero de diciembre la alternativa conjunta?

La única pista existente es el largo elogio que dedicó el Presidente electo, Vicente Fox, al esquema...

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