Empresa/ ¿Ni melón ni sandía?

AutorAlberto Barranco Chavarría

Estamos hablando de Texcoco y Tizayuca, es decir, los estados de México e Hidalgo.

En el primer caso el presidente municipal, Horacio Duarte Olivares, está convocando a una insólita consulta pública para que sea a fin de cuentas la población quien decida si le conviene o no la alternativa.

En el segundo, hete aquí que los ejidatarios propietarios originales de la tierra donde se asentaría la terminal aérea, están hablando de engaño, al haberse realizado la venta cuando se mantenía en estricto sigilo la posibilidad.

Dicho con todas las letras, vendieron en centavos lo que, de apuntar la decisión hacia la zona, se cotizará en miles de pesos.

Lo grave del caso es que se habla de abuso de información privilegiada por parte de funcionarios del Gobierno del estado que encabezaba Jesús Murillo Karam, es decir, quien puso por primera vez en el tapete la alternativa.

"Ya no nos interesa el trato", dicen los campesinos, al tiempo que comienzan a organizarse.

El caso es que los habitantes de las 56 comunidades integradas al municipio del Estado de México, cuna del faraón de Texcoco, Silverio Pérez, han sido convocados a una consulta ciudadana a realizarse el 4 de marzo, cuyo título es más que explícito: "el aeropuerto en Texcoco ¿sí o no? Los ciudadanos debemos elegir".

En la fase previa, los presuntos participantes en el ejercicio democrático legitimado por un Bando Municipal, han recibido información suficiente para evaluar la alternativa.

La objetividad del Ayuntamiento es impecable:

Se da cuenta, por ejemplo, de la opinión de los edafólogos del Colegio de Postgraduados local, Carlos Ortiz Solorio y Carmen Gutiérrez Castureña, en el sentido de que el suelo del ex vaso de Texcoco retiene un 500 por ciento de humedad, lo que hace inviable la construcción de una obra de tal tamaño, pues se tendría que extraer arcilla lacustre en 40 metros de profundidad.

La alternativa, pues, implicaría construir complejos sistemas de drenaje para poder desalojar el agua que se acumula bajo el suelo, cuya operación y mantenimiento requeriría de cuantiosas inversiones, además de que favorecería la aparición de grietas y hundimientos como ocurre en la Ciudad de México.

Más allá, los 21 mil documentos repartidos entre la ciudadanía con derecho de voto -o quizá sería mejor decir de veto-, incluyen la alerta del director del Museo de Agricultura de la Universidad Autónoma de Chapingo, Luis Moret de la Torre, sobre la existencia de vestigios antropológicos y arqueológicos...

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