Yucatán: Espacios del pasado para el deleite actual

AutorEsther González Jacques

Fotos: Salomón Ramírez

REFORMA / Enviados

Las haciendas yucatecas, que alguna vez fueron grandes productoras de henequén, ofrecen actualmente un entorno de confort y privacidad para disfrutar de la vida.

En ellas, el viajero se establece en el pasado con las comodidades del presente, ya que su costosa restauración las convirtió en espacios de lujo donde los detalles de sus rincones, casi intactos, narran las historias que aquí se han desarrollado desde épocas de la conquista.

En las haciendas trabajan pobladores de la región, quienes prestan sus servicios como una tradición arraigada desde sus ancestros, y de alguna forma se han convertido en narradores de la evolución.

La decoración ha sido diseñada con esmero, de acuerdo con la arquitectura local, y permite que exista comodidad para descansar en cada uno de sus espacios.

Los menús incluyen una amplia variedad de platillos de cocina vegetariana, regional e internacional, hecha al instante, con los productos que la zona ofrece; así, las mermeladas y panes del desayuno son preparados por mujeres mayas, con recetas especiales de la península.

Además de descansar, el visitante puede realizar actividades que van desde paseos en caballo o bicicleta de montaña, hasta la visita a zonas arqueológicas cercanas o cenotes naturales, de uso exclusivo para las haciendas, porque se encuentran dentro de su territorio.

Santa Rosa

Un huerto con los productos que después serán utilizados en el menú de alimentos es la característica que destaca a la Hacienda Santa Rosa.

Lechuga, chaya, tamarindo o mangos son algunas cosechas vigiladas por personal especializado, para que los desayunos, comidas y cenas sean servidos al instante en diferentes partes del jardín.

Santa Rosa cuenta además con un pequeño spa ubicado cerca del huerto en el que también se producen diferentes ingredientes y plantas medicinales de la cultura maya que después serán utilizados en los tratamientos del spa.

La historia de esta hacienda narra que perteneció a muchos dueños, pero, el último de ellos, García Fajardo, se encargó en 1916 de poner en marcha la producción de henequén en la zona; la gran chimenea que adorna a Santa Rosa tiene grabadas sus iniciales.

En 1997 se realizó la remodelación para convertirla en una estancia de lujo; conservó sus paredes originales y muy pocos detalles se cambiaron; los muebles fueron recolectados de diferentes sitios de la República.

Una antigua bodega de mangos, de forma redonda, estructura típica de la...

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