Zarpazo de autoridad

AutorRodolfo G. Zubieta

Pocas veces un felino llega a ser tan admirado, respetado e idolatrado como Los Tigres del Norte. Es algo evidente dentro y fuera de sus conciertos.

Quizás esto sea producto del profesionalismo que proyectan en su trabajo, la sencillez con la que se comunican con la gente o el carisma con el que podrían llenar cualquier habitación.

Hernán, Luis, Óscar, Jorge y Eduardo saben que sus conciertos deben ser perfectos y por eso siempre se preparan como si tocaran por primera vez.

La tarde del sábado, cinco horas antes del primer show que ofrecieron ante un Auditorio Nacional a reventar con la presencia de 10 mil almas, según los organizadores, el quinteto puso manos a la obra.

Al arribar al inmueble, la primera acción de los Tigres no fue llegar directo a sus camerinos, sino hincarse ante el altar de la Virgen de Guadalupe, que se ubica justo atrás del escenario.

Quienes se cruzaban con ellos, desde personal de seguridad hasta músicos, los saludaban con respeto. Incluso el Embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne y su esposa Pamela, quienes llegaron a visitar al grupo, se volcaron en admiración hacia los mexicanos.

"Ustedes hacen felices a muchas personas con su música", les repetía el embajador a los intérpretes, con quienes charló sobre la importancia de su música y su estatus de leyenda en EU.

"Por favor" fueron las palabras clave durante la prueba de sonido de los norteños. Las dos horas y media que duró el soundcheck, donde pulieron éxitos como "La Manzanita" y "Lágrimas del Corazón", ejemplificaron lo bien que se lleva el grupo con su equipo técnico.

Afuera, la gente, en su mayoría parejas de todas las edades y familias completas, llegó ataviada con sombreros, chamarras y botas. ¿El mejor accesorio? La sonrisa de emoción en el rostro.

Finalmente, un rugido estruendoso invadió al coso. Los Jefes de Jefes aparecían a las 20:15 horas sólo para levantar de sus asientos a la gente y comenzar la fiesta con "La Banda del Carro Rojo".

Más que un concierto, el show se transformó al poco rato en una rockola de éxitos colocada en el centro del corazón del público.

Tras una docena de canciones, el rector de la UNAM, José Narro Robles, amigo de la agruapción, apareció en el templete para darle un regalo a los músicos: Disco de Diamante por vender más de 400 mil copias de su MTV Unplugged.

"Hoy no voy a cantar", bromeó Narro, "sólo vengo a decirles en nombre de los miles que estamos aquí y de los millones que están fuera del País, 'gracias'...

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